14 de febrero de 2006

Una visita esperada

Hace ya más de un mes vino el Peto, un amigo y compañero de borracheras que hace mucho tiempo se fue a España, donde actualmente vive legalmente, se que hace mucho tiempo que tendría que haber publicado este post, la intención era contar los detalles y entretelones de una fiesta, casualmente, primera mamúa juntos desde que volvió, pero pasó tanto tiempo que casi no recuerdo los detalles, por lo que me limito a un pequeño resumen y luego... las pruebas fotográficas.

Era viernes, recuerdo terminar de trabajar y esperar que el señor Lancaster también terminara para embarcarnos, (en bus), rumbo a Manantiales, lugar elejido por el Peto para veranear.
Una vez en la fiesta, conocí a Agustín, un andalúz que vino junto al Peto a conocer Uruguay, y que por estos momentos se encuentra recorriendo Argentina.
Este andalúz se convirtió en otro compañero de borracheras, por lo que se integró bastante bien con quienes lo rodeaban.

Bueno, los recuerdos de la fiesta ya son escasos, solo recuerdo la vinera casi llena y más tarde casi vacía... lo cual marcó el momento de emigrar a la barra, en busca de relleno para esa vinera.

Como el vino era muy caro en la barra, algo así como cerca de $120 el litro, el Peto utilizó sus habilidades de negociador, y luego de unos 30 minutos, logró que el vendedor accediera y dijera:

Está bien,
te lo dejo en 60

A lo que el Peto respondió:
No, te lo pago 80

Y así fué como se ganó el puesto de negociador y principal regateador. Además dejó muy contento al vendedor, quién por supuesto le tomó la palabra.

Luego de horas de pasear, y ya con el sol sobre el horizonte decidimos pasar por tequila, pero estaba cerrado y solo dejaban salir gente, a lo que el Peto reaccionó asegurándose de no poder entrar hasta que cambien los porteros...
Momentos después, decidimos ir a comer algo, por lo que fuimos a un mini market en el cual el regateador estrella, en un intento desesperado por recuperarse de la mala inversión hecha horas antes, decidió regatear hasta $1 en cada milanesa que compramos, por supuesto, sin suerte.

Así fue que luego de milanesa y cerveza decidimos salir rumbo a la casa, donde esperábamos descansar y destilar el alcohol utilizado para estar en forma para la fiesta del día siguiente.

Emprendimos el viaje y a los pocos minutos paró una camioneta, conocidos del Peto y nos arrimaron un tramo del camino, por lo que empezamos a hacer dedo nuevamente hasta que paró una camioneta blanca...

y ¿cuántos de ustedes hizo dedo y paró un ex-presidente? Bueno, nosotros si.

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